¿Qué esperan los niños de la Educación?

Hoy en día si se le consulta a un niño qué espera de la educación, probablemente conteste aprender, jugar e incluso cultivar la semilla del conocimiento. No obstante, es probable que dicha premisa no posea acercamiento con lo que realmente plantea la educación en la actualidad, debido a que en estos tiempos necesitamos forjar un aprendizaje más activo y amigable para nuestros niños, con el objetivo que ellos puedan descubrir el mundo de acuerdo a sus potencialidades.
Jacques Rousseau en 1762 planteaba que al niño no se le podía visualizar como un adulto en miniatura, puesto que gracias a sus propios límites podía aprender inserto en su misma naturaleza. La conclusión en torno a este enunciado es evidente: Hemos alejado a nuestros estudiantes de descubrir mediante el juego y la construcción. A cambio, los enfrascamos en esperar que el aprendizaje lo dimensionen como algo rígido y poco susceptible para esas pequeñas mentes en desarrollo.
Los estudiantes de hoy, en especial los de primaria, presentan una dispersión casi inherente a su formación, requiriendo del juego, del arte, de la música y de la exploración. Ellos dimensionan un mundo y una realidad abismante en cuanto al desarrollo de sus potencialidades.
En base a lo anteriormente expuesto, cuando le preguntamos a un niño qué es la educación, su respuesta es aprender, jugar, trabajar en equipo o simplemente aprender a ser mejores personas.
De esta forma, es preciso elucubrar la legítima necesidad de que nuestros estudiantes aprendan jugando y explorando. Para estos efectos, como docentes debemos atender cuáles son las verdaderas necesidades para nuestros niños, educando y tomando el juego como una manifestación infantil del mundo, orientándolos y exigiéndoles en esta labor de acompañamiento como profesionales, siendo flexibles pero firmes.
Rolando Molina Martínez
Dr. En Ciencias de la Educación.
Académico Escuela de Educación Universidad Pedro de Valdivia